jueves, 13 de agosto de 2009

martes, 11 de agosto de 2009

Primeros proyectos en torno a la narración como discurso (2008)






Lo que nos podría pasar a nosotros

Propongo un análisis de la utilización de la ficción, de la construcciones esceneográficas, de el uso del espacio como escenario de comportamientos, de participación y modificación.

Me gusta observar lo que me rodea, hablar sobre lo que veo para luego reconvertirlo y reinventarlo. Es como elaborar escenografías y ficcionizarlas para crear situaciones como si fueran algo real, sugerir situaciones, crear ambientes, personajes que se fragmentan en el espacio, un salto, un movimiento, un gesto, una esquina, un hueco.

Estos escenarios enigmáticos, fragmentados y los personajes que participan en él son como representaciones de estados de ánimo, de la mente, como un psicoanálisis. Son como fotogramas extraídos de un sueño. Me interesan esos instantes, esos momentos extraídos a modo de fotogramas para luego construir una narración no lineal, de manera que cada fotograma pudiera derivar en otras historias.

El transfondo que apoya la construcción de estas piezas es un gusto por los juegos visuales y narrativos que planteen enigmas y requieran una interpretación.
Creo que la ficción es una metáfora de la realidad, creo que hay ficciones más reales que la vida misma, la ficción nos permite reinventar.

La ficción puede tornarse perversa, irónica, bajo su aparente insignificación al presentarse como ficción (y por tanto irreal), siempre queda la inquietud de imaginar que eso pudiera ser real, que verdaderamente provocara un daño, una modificación, un cambio en el espacio y en sus individuos. La ficción puede ser siniestra como la imagen, y una imagen es más siniestra en cuanto se parece más a lo real.

Cuando tenemos claro que una imagen es ficción, no nos inquieta, no nos abruma, pero en el momento en que nos preguntamos ¿esto es real?, ¿de verdad sucedió?, se crea en nosotros un temor, el miedo a identificarnos con lo que allí sucede, lo que nos podría pasar a nosotros.

Nazaret Umpiérrez del Río